Después de tres meses de alegrías y frustraciones simultáneas, voluntad, esfuerzo, tesón, y disciplina… el logro ha hecho su, triunfal y ansiada, aparición. Ya son 50kg los kilillos que actualmente peso, y 12 kg los que he dejado por el camino.
Todavía no soy consciente del trayecto que he hecho en estos tres meses, como tampoco tengo una percepción certera de como soy ahora. Me miro en el espejo y no me acabo de reconocer. Me digo a mi misma: ¿Esa soy yo? Incluso al ir a comprar ropa sigo teniendo la manía de coger tallas grandes: “Mejor me pruebo la 40 que la 38 no me entra ni de coña”, y es entonces cuando una voz de fondo me dice “eso te va grande, coge la 38 y la 36”.
Desde el lunes estoy en fase de mantenimiento y el poder comer alimentos que antes ni los miraba me parecen un regalo divino. Saboreo las cosas con gusto, paciencia y disfrutando de cada mordisco. Realmente mi concepción acerca del mundo culinario ha cambiado 100%. Y no me refiero solo a comer alimentos de índole saludable, sino a la manera de cocinarlos, a no abusar de la sal, a dosificar cantidades, como por ejemplo, el aceite, a educar al cuerpo, a hacer cinco comidas al día, etc.
Perder peso, era un cambio que me debía a mí misma desde hacía mucho tiempo. No me sentía bien. Vivía en un círculo vicioso con la comida, atrapada entre dietas milagros y productos estrellas, enfadada con el momento lunch time y al mismo tiempo con el mundo. Finalmente un día me dije STOP, fue entonces cuando busqué asesoramiento y ayuda médica. Nadie apostó por mí, excepto Trocito. La gente se limitaba a decir: tú eres así, estás loca, no vas a adelgazar, etc. Pero hoy después de tres meses callo boca de muchos y le doy mis gracias a ella por esa lealtad ofrecida.
He ganado en seguridad, confianza, me veo guapa, disfruto de las cosas como antes no hacía, quiero salir, comprar, viajar, y no vivir en un agujero recluida del mundo.
El camino es largo pero sólo hay que empezar: un día más es un día menos para el logro.
Dedicado a ti...y sólo a ti...